El daño solar se produce durante todo el año, pero en los meses estivales estamos más tiempo expuestos a la radiación UV y por eso es importante saber cómo cuidar nuestra piel para protegerla del fotoenvejecimiento, la queratosis actínica y el cáncer de piel. A continuación te damos algunos consejos para evitar los efectos nocivos de los rayos del sol y mantener la salud cutánea. 

ANTES DE LA EXPOSICIÓN SOLAR:

Una piel sana e hidratada es más resistente ante los agentes externos como la radiación solar, por eso es importante mantener la hidratación de la piel. Esto debemos hacerlo tanto a nivel interno como interno, es decir, bebiendo agua y aplicando productos hidratantes y emolientes que mantengan la hidratación a nivel cutáneo. 

Es recomendable evitar aplicar productos agresivos como los perfumes y productos con alcohol, que pueden producir la aparición de manchas. De la misma forma, es mejor evitar depilarse con cera o cuchilla a última hora, pues son procedimientos que pueden producir irritación y debilitar la barrera cutánea. 

Por supuesto, siempre es aconsejable tener hábitos de vida saludables, lo que implica comer adecuadamente, hacer ejercicio y descansar lo suficiente. Además, podemos reforzar la piel con antioxidantes antes de la exposición solar desde dentro con algún complemento nutricional.

DURANTE LA EXPOSICIÓN SOLAR:

Lo más importante cuando vamos a estar expuestos al sol es la protección solar, aplicándola siempre 30 minutos antes y repitiendo la aplicación cada dos horas o después del baño. Lo ideal es que sea un protector con SPF 50 y protección frente a los rayos UVA y UVB, con factor de hidratación natural y reparador de la piel. También que sea resistente al agua.

Aunque apliquemos protector solar, es recomendable evitar la exposición solar en las horas centrales del día, usar gafas de sol con protección UV para proteger los ojos y su contorno, cubrirnos con ropa ligera y utilizar sombrero de alas anchas para proteger la cabeza y el rostro. Lo ideal es que también nos acordemos de beber agua para mantener la hidratación. 

Si tenemos heridas, cicatrices o hematomas (moretones), es aconsejable cubrirlos y evitar exponerlos al sol, ya que puede producirse hiperpigmentación en la zona y empeorar los síntomas como la tirantez o el picor. 

DESPUÉS DE LA EXPOSICIÓN SOLAR:

Tras pasar un día al sol, la barrera cutánea puede estar más debilitada o irritada, por lo que debemos cuidarla para mantener la salud de la piel. Además, normalmente a la radiación solar se suman otros factores externos que agreden la piel como el viento, la arena, el agua del mar o los químicos de la piscina, etc. 

Al volver a casa, lo primero que tenemos que hacer es darnos una ducha de agua fresca, que eliminará los restos de sal, cloro y otras impurezas que tengamos en la piel. Lo ideal es utilizar un gel que limpie con suavidad y que además contenga activos hidratantes y calmantes, y esté formulado sin SLES ni parabenos. 

Una vez la piel está limpia, podemos proceder a hidratarla. Para ello tenemos que usar aftersun.

Por supuesto, es importante beber bastante agua para recuperar la hidratación de todo el cuerpo, tomar alimentos ricos en antioxidantes como las frutas y verduras y descansar adecuadamente. Además, debemos recordar revisarnos los lunares y las manchas en la piel de forma periódica (¡Recuerda la regla del ABCDE!), controlando su evolución y acudiendo al médico ante cualquier cambio en su aspecto o ante la aparición de nuevos lunares. 

¡Este año disfruta del verano con seguridad!

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